“El huertano y los caracoles”
Erase una vez un huertano que tenía un huerto muy bonito. Por las tardes lo cuidaba y regaba todas las plantas.
Una tarde, cuando llegó a su huerto, descubrió que los caracoles se habían comido media lechuga y se enfadó muchísimo.
¡Esto no puede ser!- grito. O sea que yo planto las lechugas para mí y no me las puedo comer porque se las comen los caracoles que no han plantado nada en su vida. Pues cuando encuentre un caracol va a saber lo que es bueno.
De pronto se oyó una vocecita que decía:
¡Huertano, buen huertano! No te enfades con nosotros porque nos hayamos comido unas hojas de lechuga. Comprende que los caracoles también hemos de comer y que, además, nosotros no podemos trabajar la tierra, ni plantar nada porque no tenemos manitas.
El campesino miro al suelo y vio dos caracolitos pequeños que le hablaban.
-Pero no está bien que os comáis lo que yo planto-dijo ¿Por qué no os coméis las hierbas del campo en vez de mis lechugas?
-Porque tú eres un huertano tan bueno que cultivas las plantas más buenas de la comarca.
-Le contestaron los caracolitos.
Él se quedó tan contento que desde aquel día, planto una col para los caracoles.
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